Hace varios siglos, en distintos lugares de España, los concejos solían reunirse en la ante-iglesia, de ahí la existencia de una pequeña explanada delante de muchas parroquias locales.
No se sabe si esto fue así en el caso de Valdeavellano de Tera, aunque dicha explanada ante la iglesia existe aún, bordeada por una tapia rematada por piedras sillares labradas. En épocas más recientes el Ayuntamiento estuvo ubicado en el Barrio de Abajo, o Barriosuso, que anteriormente, al trasladarse el Ayuntamiento a la Plaza, se dedicó a pajar y “toriles”, en el que se estabulaban los sementales para la ganadería del pueblo.
El traslado del Ayuntamiento a su actual sede se realizó en Junio de 1930. Pocos meses antes de morir (11 de Diciembre de 1916) D. Ramón Benito Aceña, senador del Reino, había legado por manda en testamento (4 de Febrero de 1916), su casa-habitación en la Plaza de su nombre, a sus sobrinos D. Nicolás y Dª. María de la Cruz Benito y Benito. Junto a la casa y su mobiliario también legó “todos los accesorios, de corral, pajar amajadería, cobertizo y corralito detrás de la casa. Fallecidos los herederos pasaría dicha casa con todos sus accesorios a ser propiedad del Ayuntamiento de Valdeavellano de Tera.
Caso de que la propiedad llegara finalmente al Ayuntamiento de Valdeavellano, D. Ramón pudo también, para que fuera válido el legado, las siguientes condiciones: primero que el Ayuntamiento no podría venderla, hipotecarla, arrendar ni hacer con esas propiedades “ningún otro acto”. La segunda condición fue que esa casa se destinara precisamente a casa de Ayuntamiento y Juzgado municipal.
Con fecha de 22 de Septiembre de 1929 los entonces descendientes del ponían a disposición del Ayuntamiento y Juzgado municipal “la casa, dependencias y huerta a que dicha cláusula hacía referencia
En Junio de 1930 en un pleno extraordinario, celebrado en la nueva casa de Ayuntamiento, de la Plaza de D. Ramón Benito Aceña, bajo la presidencia del entonces alcalde D. León Blasco Santisteban, la corporación municipal de Valdeavellano, a las diez de la mañana, recibió, aceptó y tomó posesión del legado de D. Ramón, agradeciendo a éste y sus descendientes dicho legado, comprometiéndose a respetar todas las condiciones del mismo.
En la actualidad en lo que fue la huerta del Cañuelo y el corral contiguo a ésta, se encuentran el parque y pista de baile, a la espalda del frontón. Los árboles que se citan en el testamento comentado, han desaparecido, incluido el pino, citado expresamente por D. Ramón Benito. En su lugar y en diferentes sitios crecen varias acacias. En las dependencias o “accesorios” que había junto a la casa-habitación, lo que fue pajar amasadería, se construyó un salón de actos, o de reuniones del vecindario, que, según consta en una nota escrita a mano en una copia de las cláusulas del testamento que se ha reseñado, se destinó “para fiestas populares y tradicionales del pueblo y para dar funciones teatrales por aficionados del pueblo o compañías ambulantes pero sin arrendarlo ni cobrar impuestos”.
(extraido del libro "Notas sobre Valdeavellano de Tera" de Pedro González Blasco).